Nuestra alma requiere una comprensión espiritual más profunda de la Palabra de Dios, para ser sanada y transformada a la imagen de Dios. La letra muerta (entendimiento literal, histórico) simplemente no tiene la capacidad de hacer esto. La Iglesia Primitiva (antes del 325 dC) estaba de acuerdo en este asunto. Sin embargo, solo comprender las enseñanzas más profundas de la Palabra de Dios no es el principio y el fin. Para que nuestra sanidad tenga lugar, tenemos que permitir que la Palabra que estamos recibiendo ilumine las partes ocultas de nuestra alma, discerniendo entre el Espíritu de Dios y nuestra carne. Solo entonces seremos capaces de producir buenas obras y pasar del lugar de la esclavitud a un vencedor (Apocalipsis 21:7).
Nuestra alma, o ser interior, no es de este reino natural, no es visible a simple vista; no podemos verlo, saborearlo, tocarlo u olerlo. Si nuestra alma no es de este reino natural, debemos entender que es incorpórea, es decir, es parte del reino espiritual. Entonces, ¿cómo podemos esperar que la letra muerta de la Palabra (ref. 2 Corintios 3:6), algo que es de este ámbito natural, penetre algo en el ámbito espiritual? No puede. Eso sería como si esperáramos luchar contra un fantasma con un bate de béisbol, simplemente no es posible. Necesitamos la comprensión espiritual de la Palabra de Dios para comenzar a penetrar nuestra alma y circuncidar nuestra carne (ref Romanos 2:28-29). ;
El Apóstol Pablo advierte que “la letra mata, pero el Espíritu vivifica”. (2 Corintios 3:6). A la Iglesia de Roma, Él le explica que la carta es la interpretación literal de la Palabra de Dios (Romanos 1:11). Jesús dijo que la Palabra de Dios es Espíritu y es vida (Juan 6:63). En el pasaje siguiente, Pablo nos da una idea de lo que realmente enseña el Espíritu de Dios:
“Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez; y sabiduría, no de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, que perecen. Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria,
la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria. Antes bien, como está escrito: COSAS QUE OJO NO VIO, NI OÍDO OYÓ, NI HAN SUBIDO EN CORAZÓN DE HOMBRE, SON LAS QUE DIOS HA PREPARADO PARA LOS QUE LO AMAN. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido.”
(1 Corintios 2:6-12 Reina-Valera 1960) [énfasis añadido]
Según el versículo diez, el Espíritu de Dios revela las cosas profundas de Dios. La palabra para “profundo” en griego significa misterio (1) y los propósitos secretos y no revelados de Dios (2). Por esto entendemos que el Espíritu de la Palabra son las enseñanzas más profundas, o los misterios develados de la Palabra de Dios.
Padre de la Iglesia Primitiva del siglo II-III,Clemente de Alejandría, escribió lo siguiente confirmando la posición de Pablo:
“Los que poseen el Espíritu buscan las cosas profundas de Dios, es decir, los secretos ocultos que rodean la profecía”. (3)
Clemente, Stromata, Libro 2, Capítulo II
En completo acuerdo, Orígenes, otro Padre de la Iglesia Primitiva y alumno de Clemente, escribió:
“Sólo el Espíritu puede escudriñarlo todo. El alma humana no puede hacer esto, por lo que necesita ser fortalecida por el Espíritu si alguna vez va a penetrar en las profundidades de Dios”. (4)
Orígenes de Alejandría, Comentario a 1 Corintios
Tanto Clemente como Orígenes sostienen el mismo entendimiento del Apóstol Pablo: que el Espíritu de Dios revela las enseñanzas más profundas de la Palabra, y solo por el Espíritu (o entendiendo las enseñanzas más profundas) podemos heredar la mente de Cristo.
“En cambio, el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie. Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo.”
(1 Corintios 2:15-16 Reina-Valera 1960) [énfasis añadido]
¡Alabado sea el Señor, recibimos el entendimiento espiritual de la Palabra de Dios en este ministerio! Sin embargo, tenemos que entender que simplemente conocer las enseñanzas más profundas no es suficiente. Lo crea o no, podemos estar en un ministerio de revelación, escuchando la comprensión espiritual más profunda de las Escrituras y nuestro carácter no se está transformando. Si no permitimos que la Palabra penetre en nuestra alma y no continuamos midiendo nuestro carácter (nuestra alma) con el carácter de Dios (Espíritu), permaneceremos estancados y finalmente nos endureceremos de corazón hacia el Señor.
Según Proverbios 20:27, el entendimiento espiritual de la Palabra es la lámpara que ilumina nuestro corazón: “Lámpara de Jehová es el espíritu del hombre, La cual escudriña lo más profundo del corazón.”
(Proverbios 20:27 Reina-Valera 1960)
En el pensamiento hebreo, el corazón también es intercambiable con el alma. (5) El Espíritu discierne los pensamientos y las intenciones de nuestro corazón, según Salomón y Pablo, quienes escribieron:
“Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.”
(Hebreos 4:12 Reina-Valera 1960)
En el sentido natural, la luz brilla en la oscuridad para revelar lo invisible. La comprensión espiritual de la Palabra de Dios brilla en nuestra alma para revelar lo que está oculto, ya sea el carácter de Dios o no. Nuestra alma es nuestro asiento de emociones y pasiones, (6) nuestros procesos de pensamiento y lo que controla nuestras acciones. A través del Espíritu de la Palabra, podemos inspeccionar nuestra alma (nuestros pensamientos, deseos) para ver las áreas que nos faltan en el carácter de Dios. Donde vemos la naturaleza de la bestia (Eclesiastés 3:18), nos esforzamos por cambiar esa forma de pensar buscando activamente al Señor, colaborando con Él para recibir la transformación de nuestra alma. Si solo escuchamos la Palabra y no examinamos activamente nuestros pensamientos internos, no podemos producir las buenas obras que conducen a la salvación. (ver Filipenses 2:12, Mateo 16:27).
Clemente de Alejandría, escribe:
“Le agrada mucho que seamos salvos. Y la salvación se efectúa tanto por el bien hacer como por el conocimiento.” (7)
Clemente, Stromata, Libro 6, Capítulo XV [énfasis añadido]
Clemente confirma que el bien hacer, o las buenas obras, deben acompañar al conocimiento para que podamos recibir la salvación. El conocimiento no es suficiente, tal como nos dice la Escritura,
” Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos.”
(Santiago 1:22 Reina-Valera 1960)
Además, el Padre de la Iglesia Primitiva, San Clemente de Roma, escribió:
“Esforcémonos, pues, con diligencia para ser hallados en el número de los que esperan en Él, a fin de que podamos participar de Sus dones prometidos. Pero, amados, ¿cómo se hará esto? Sólo se hará por las siguientes cosas: Si nuestro entendimiento está fijado por la fe en Dios. Si buscamos sinceramente las cosas que le agradan y aceptan. Si hacemos las cosas que están en armonía con Su voluntad intachable. Y si seguimos el camino de la verdad, echando de nosotros toda injusticia e iniquidad.” (8)
San Clemente de Roma, Primera Epístola de Clemente a los Corintios, Cap. XXXV. [énfasis añadido]
San Clemente escribe que “el entendimiento se fija por la fe”. Esto significa que nuestra comprensión de las enseñanzas más profundas solo se establece mediante nuestra fe o nuestra acción. La Escritura confirma que la fe, sin obras, no tiene sentido:
“Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin [a]tus obras, y yo te mostraré mi fe por [b]mis obras.”
(Santiago 2:17-18 Reina-Valera 1960)
Clemente escribe que debemos hacer lo que está en armonía con la voluntad intachable del Señor. Cuando entendemos Su voluntad, las enseñanzas más profundas, estamos obligados a caminar en Su naturaleza. Si no permitimos que la enseñanza revele las áreas de nuestra alma que no son de Su naturaleza, no podemos comenzar a hacer Su voluntad.
La Iglesia Primitiva estaba toda de acuerdo con las Escrituras, que la comprensión espiritual, o las enseñanzas más profundas de la Palabra de Dios, son necesarias para nuestra salvación. Aquí, en Voice of Healing, tenemos acceso a una plétora de enseñanzas reveladoras y proféticas, pero podemos sentirnos ‘cómodos’, olvidando que conocer la Palabra de una manera más profunda es solo el primer paso para convertirnos en vencedores. Debemos permitir activamente que el Espíritu ilumine los lugares ocultos de nuestra alma y buscar manifestar a Cristo. Es un proceso continuo en el que trabajamos activamente con el Señor para llegar a la perfección (ver Santiago 1:4, Mateo 5:48).
Referencias:
- Diccionario Bíblico de Strong: ‘Profundo’ (G899)
- Diccionario completo de estudio de palabras: ‘Profundo’ (G899)
- Clemente, Stromata, Libro 2, Capítulo II
- Orígenes de Alejandría, Comentario a 1 Corintios
- Léxico hebreo antiguo de la Biblia: ‘Alma’ (H5315)
- Diccionario Brown Driver Briggs: ‘Alma’ (H5315)
- Clemente, Stromata, Libro 6, Capítulo XV [énfasis añadido]
- San Clemente de Roma, Primera Epístola de Clemente a los Corintios, Cap. XXXV. [énfasis añadido]
- Todas las referencias bíblicas de la Santa Biblia: Reina-Valera 1960