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Confiando en la Palabra para Sanar Su Alma

El Señor realmente está estirando a Su pueblo en esta temporada, alabado sea Dios. Personalmente, una de las áreas en las que más he sido probado es en confiar en el Señor. Sospecho que no soy el único. Específicamente, ¿confío en Dios para librarme de todos mis enemigos, para sanarme de mis heridas, y, finalmente, traerme a la salvación?

Como Pablo dice a la iglesia en Filipenses 1:6 RVR1995, “estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra la perfeccionará hasta el día de Jesucristo.” Todas las veces en mi pasado que he sido defraudado por seres queridos, familiares, amigos, maestros, etc., y la confianza se ha roto, ha impactado mi alma y se manifiesta de maneras como no confiar en la gente y querer controlar cada aspecto de mi vida. Debido a esto, me he dado cuenta últimamente que me es muy difícil confiar en el Señor.

Una medida muy simple que el Señor me mostró para ver si confío en Él es: cuando mis heridas y dolores salen a la superficie o estoy en medio de una prueba, ¿es mi punto de vista uno de derrota o de expectativa? Si me siento derrotado, eso es una señal de que mi confianza está en mi carne y en mi propio entendimiento, no confiando en Dios. Sin embargo, si tengo una expectativa de liberación, esa es una señal segura de que mi esperanza está en el Señor y que confío en Él para librarme. Proverbios 3:5-6 dice “ »Confía en Jehová con todo tu corazón y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos y él hará derechas tus veredas.” Pablo, hablando de la espina en su carne declara Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.  (2 Corintios 12:10)

Durante todo este tiempo que Dios ha estado revelando estas heridas y áreas de desconfianza en mí, Él también me ha estado mostrando cuánto poder hay en la revelación de la Palabra de Dios, incluso en el entendimiento más fundamental. Como el Apóstol Mike y La Iglesia Primitiva enseñan, incluso la leche de la Palabra tiene el poder de nutrir nuestras almas. Es sólo cuando nos quedamos en la leche y no progresamos que se convierte en un problema (1 Corintios 3:2). Gran parte de mi tiempo de estudio se ha dedicado a buscar y esperar una gran revelación, pero últimamente, el Señor me ha estado mostrando que cada vez que aprendo incluso el significado correcto de una palabra en las escrituras (i.e. el entendimiento hebreo), que sigue siendo una revelación de una parte de Cristo que no he visto antes porque Él es la Palabra (Juan 1:1). La palabra ‘revelación’ significa ‘revelar’ y ‘eliminar la cobertura’, así que incluso la revelación más pequeña es el comienzo necesario para la manifestación de Su naturaleza en nosotros.

Puede convertirse en un cliché, incluso en la iglesia que decimos, “la palabra tiene el poder de sanar.” Yo personalmente era uno que diría esas palabras “…la verdad os hará libres.” (Juan 8:32 RVR1995) pero no entendiendo realmente cómo la Palabra tiene el poder de sanarme.

“Ahora, pues, apresúrense a recibir el maná celestial, porque en la boca, ese maná toma el sabor que cada uno quiere. Escucha lo que el Señor dice a los que vienen a él: “como creíste te sea hecho.” (Mateo 8:13 RVR1995). Y tú también, si aceptas con plena fe y devoción la PALABRA de Dios que es predicado en la iglesia, la PALABRA misma llegará a ser para ti cualquier cosa que desees. Por ejemplo, si tienes problemas, te consuela diciendo: “al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.” (Salmos 51:17 RVR1995). Si te regocijas en la esperanza para el futuro, él amontona tus alegrías diciendo: “Alegraos en Jehová y gozaos, justos;” (Salmos 32:11 RVR1995). Si estás enojado, te calma diciendo: “Deja la ira y desecha el enojo;” (Salmos 37:8 RVR1995). Si tienes dolor, te cura diciendo: “el que sana todas tus dolencias,” (Salmos 103:3 RVR1995). Si estás siendo devorado por la pobreza, te consuela diciendo: “Él levanta del polvo al pobre y al menesteroso alza de su miseria,” (Salmos 37:8 RVR1995). Así es como el maná de la PALABRA de Dios pone en tu boca el sabor que quieres. (1)

Orígenes, un padre de La Iglesia Primitiva, explica cómo la Palabra viene a cada uno de nosotros en sobre la  base de nuestras necesidades individuales. En el amor y la misericordia inagotables de Dios, Él nos da a cada uno de nosotros la medida exacta para la curación en el área específica de nuestra alma. Nuestras almas son todas muy diferentes; todos venimos de diferentes orígenes, circunstancias, linaje familiar, etc., que nos ha moldeado. Lo que duele o afecta a una persona puede diferir de la siguiente, basado en las experiencias que han tenido a lo largo de su vida, así como el remedio que cada uno necesita va a ser diferente a la siguiente persona.

Ahora en cuanto a la naturaleza de la PALABRA, así como la calidad de los alimentos en la madre lactante se transforma en leche de acuerdo con la naturaleza del bebé, o es modificado por el médico de acuerdo con lo que es beneficioso para una persona enferma, o está preparado para una persona más fuerte de mayor vigor, también Dios cambia, según las necesidades de cada uno, el poder de la PALABRA que tiene la función de nutrir el alma humana. . . Y la PALABRA no es de ninguna manera falsa a su propia naturaleza cuando se convierte en alimento para cada uno según la capacidad de cada uno. No engaña ni engaña al hacerlo. (2)

Una vez más, Orígenes nos muestra aquí que la Palabra viene a cada uno de acuerdo con el estado de nuestra alma en el área que Dios quiere sanar en ese momento. Es tan hermoso darse cuenta de lo intencional que es el Señor con cada una de nuestras curaciones y el cuidado y la providencia que Él tiene para cada una de nuestras almas. Si Él conoce cada pelo de nuestra cabeza (Lucas 12, 7), realmente no podemos tener ninguna duda de que Él conoce cada herida y lugar oculto en nuestra alma y conoce el remedio exacto que requerimos. El Señor nos exige entregar toda incredulidad y duda a Él, reconociendo que no podemos cambiar en nuestras propias fuerzas. Tenemos que creer que Él sabe dónde estamos todos individualmente y que Él sabe qué “dosis” de la Palabra cada una de nuestras almas necesita para traer sanación y finalmente llevarnos a través de la línea de meta a la plenitud de lo que Él nos ha llamado.

Tenemos que creer que Él sabe dónde estamos todos individualmente y que Él sabe qué “dosis” de la Palabra cada una de nuestras almas necesita para traer sanación y finalmente llevarnos a través de la línea de meta a la plenitud de lo que Él nos ha llamado.

“Los que creen en la PALABRA hacen “las obras de Dios” (Juan 6:28) que son “alimento que permanece para vida eterna.” Y “mi Padre”, dice, “os da el verdadero pan del cielo, porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo.” Juan 6:32-33). El verdadero pan es el que alimenta al verdadero ser humano, el hecho a imagen de Dios que, al comer este pan, también viene a ser en la semejanza del Creador. (3)

Orígenes explica aquí que cuando recibimos la Palabra del Señor y somos diligentes para practicar, ¡estamos llegando a la imagen de Dios! Este es a menudo un concepto muy difícil de entender para la iglesia de hoy porque no se nos enseña que podemos ser perfectos, aunque Jesús instruye a Sus discípulos que deben ser perfectos (Mateo 5:48). Nosotros viniendo a la imagen de Dios no deberíamos ser un concepto inalcanzable y lejano. La Palabra dice que toda semilla produce según su género (Génesis 1:11). Vemos esto por todas partes en la naturaleza; una semilla de naranja produce un naranjo, una semilla de manzana produce un manzano, la semilla (esperma) de un león produce otro león, etc. Jesús dijo en la parábola de la semilla y el sembrador (Lucas 8:11) que la semilla es la Palabra de Dios. La palabra de Dios se asemeja a una semilla que cuando es plantada en buena tierra (nosotros), dará fruto según su género, es decir, llevando la naturaleza de su creador, el Dios vivo. Si somos diligentes para recibir la Palabra del Señor en nuestro corazón y tenemos la intención de practicarla, permitiendo que la palabra nos cambie, lo hará. La Palabra del Señor no vuelve vacía (Isaías 55:11). La revelación de la Palabra tiene la habilidad de cambiar a nuestro hombre interior, y nos cambiará, si lo permitimos. Dios no es un hombre que Él debe mentir (Hebreos 6:18), por lo tanto, si la Escritura dice que la verdad nos hará libres, entonces tenemos que creerlo. Ruego que esto os haya alentado. Toda alabanza y gloria a nuestro Señor, Abba Padre.

Referencias:
(1)  Origen, Espíritu y Fuego “Transformación de la Palabra Nutritiva” 
(2)  Origen, Espíritu y Fuego “Transformación de la Palabra Nutritiva”
(3)  Origen, Espíritu y Fuego “Nutrición Espiritual”
Todas las referencias de las escrituras son RVR1995 a menos que se indique lo contrario.


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