“El Señor dio y el Señor quitó”.
(Job 1:21)
Antes de entrar en el ministerio de La Voz de Sanidad, en mi ignorancia, siempre percibí este versículo como un castigo. Como si Dios nos quitara cosas como resultado a un castigo por algún mal que cometimos contra Él, o siendo como resultado a una lección de algo que no habíamos entendido. “Sólo Dios conoce la razón” es algo que dije con demasiada frecuencia. Durante el último año de estudios creciendo en mi relación con Dios, me di cuenta de que Dios quiere que sepamos las razones de estas lecciones. Quiere que entendamos por qué están sucediendo las cosas, lo qué significan con respecto a nuestra relación con Él, y en última instancia, el saber el estado como se encuentra nuestra alma. ¿Por qué se nos dan cosas y por qué son quitadas? Este no es un juego cruel de las escondidas, sino una experiencia de aprendizaje y de tener un conocimiento íntimo de nuestro Señor y Salvador. Estas cosas son dadas y son removidas según nuestro nivel de madurez y habilidad para ver en el reino espiritual. Al no tener una comprensión madura de las cosas espirituales, podríamos continuamente perder el mensaje que Dios nos está tratando de transmitir y como resultado torciéndolo a una comprensión que nunca estuvo destinada a ser. A medida que crecemos en nuestro entendimiento, podemos comenzar a ver que las pérdidas no son en lo absoluto un castigo, sino que nos acercan a nuestro Creador.
Esto viene en fases, como lo describe Orígenes, un prolífico Padre de la Iglesia Primitiva del siglo2do y 3ro, aclarando lo escrito por Jeremías 20: 7, “¡Oh Señor, me engañaste y fui engañado!”. Jeremías está diciendo que fue engañado por Dios…. Espera, ¿Dios engaña? Él describe cómo se nos oculta el alcance de las pruebas y tribulaciones cuando comenzamos nuestra nueva fe cristiana. Dios no engaña de la manera en que nosotros, o como el enemigo engaña, pero Su engaño es únicamente para nuestro beneficio.
“Así como el médico trata de engañar al enfermo que no puede ser sanado sino con palabras engañosas, así también lo hace el Dios de todo, en Sú deseo de ayudar a la raza humano. ¿Debería el médico informar al paciente? hay que cortarle, hay que cauterizarle, deberá sufrir otras cosas terribles, el enfermo jamás se encomendaría al médico. Pero a veces dice algo más y esconde bajo la esponja, el acero que corta y separa. En otra ocasión disfraza con miel la medicina amarga y desagradable con la intención, no de herir sino de curar al paciente. Toda la Sagrada Escritura está llena de tales medicinas. A veces se esconden cosas buenas y a veces lo que se esconde es lo amargo”.
Dios es el médico supremo (Éxodo 15:26) y sabe exactamente lo que nuestra alma enferma necesita para recibir sanidad. Lo que Orígenes está diciendo es que si Dios nos mostrara desde el principio todo el proceso de sanación, no habría manera de que confiásemos en Su plan. Un proceso de sanación, rara vez se realiza sin dolor. Cualquiera que se haya roto un hueso o haya tenido algún tipo de lesión mayor, puede dar fe de que el proceso fue incómodo, hasta en algunos momentos insoportable. Pero una vez que se completa el proceso, te olvidas del dolor y disfrutas de los beneficios del área sanada.
“¡Vengan y volvámonos al Señor! porque él arrebató pero nos sanará; él hirió, pero nos vendará.”
Oseas 6: 1
Lo mismo ocurre con nuestro andar cristiano. Cuando venimos a Cristo por primera vez, estamos impuros, sucios y quebrantados. Él necesita limpiar y curar nuestras heridas, necesita hacernos crecer en nuestro entendimiento y nutrirnos con alimento espiritual. Una vez que crecemos en conocimiento, podemos comenzar a discernir ciertas cosas que pudiesen no haber sido beneficiosas en nuestro andar con Cristo de todos modos. Nos lleva a una encrucijada para que podamos tomar una decisión. ¿Acaso queremos aferrarnos a nuestro viejo estilo de vida y a lo que nos mantuvo cautivos durante tanto tiempo? o ¿queremos mejor resolver estos problemas equipados con la Palabra y obtener una apreciación de cuánto nos ama Dios? Dios no nos impondrá nada, es una ofrenda de libre albedrío. Orígenes declara de nuevo:
“El misterio de este pasaje debe ocultarse para que muchos no se desanimen, de modo que, al conocer los hechos, no piensen en el resultado como un castigo en lugar de una tranquilidad pacífica.”
Sin comprensión, perder ciertas cosas podría ser perjudicial para nuestro crecimiento espiritual. Debemos entender que nunca es la intención de Dios el hacernos daño, sino que Él sólo quiere que seamos libres de la esclavitud de este mundo y estemos en un estado de paz con Él.
Porque yo sé los planes que tengo acerca de ustedes, dice el Señor, planes de bienestar, y no de mal, para darles porvenir y esperanza.
Jeremías 29:11
Todo está preparado para que tengamos éxito. Nuestro Dios no es un Dios injusto ni cruel. Su único deseo es de ser uno con Su pueblo. No nos dará una prueba que no estemos equipados para pasar. Cuanto más crecemos en conocimiento y sabiduría, más pruebas seremos capaces de superar. Job es un excelente ejemplo acerca de esto, soportó pruebas extremadamente duras, pero a través de su comprensión del Padre y cómo es que Él opera, Job pudo reconocer lo que estaba sucediendo a su alrededor. No prestó atención a los malos consejos de su amigo ni maldijo a Dios por lo que le estaba sucediendo. Cuando Job pasó su prueba, fue recompensado con una porción doble que con lo que había comenzado originalmente. Tomó la palabra de Dios y confió en el proceso por el cual estaba pasando.
“ No les ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, quien no los dejará ser tentados más de lo que ustedes pueden soportar, sino que juntamente con la tentación dará la salida, para que la puedan resistir.”
1 Corintios 10:13
Nada que valga la pena resulta fácil, pero ¿qué mejor que tener la vida eterna con el Señor? La gloria tiene un costo y si estamos demasiado preocupados por esta vida temporal, podríamos perderla. Dios está tratando de hacer que soltemos nuestro afan de este mundo físico y nos aferremos a Su palabra y a Sus promesas. Absolutamente que perderemos cosas en el proceso de salvación, y no siempre se sentirá bien, pero lo que Dios nos da en lugar de esas cosas es mucho más grande de lo que podemos imaginar. Todo lo que nos pide es que confiemos en Él. No hay mayor posesión que el amor del Padre.
Más bien, como está escrito: “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, que ni han surgido en el corazón del hombre, son las que Dios ha preparado para los que lo aman.”
1 Corintios 2: 9
¡Bendiciones!
Todas las escrituras hacen referencia a la Biblia Reina Valera (1995)
Orígenes: Espíritu y Fuego Pág. 346-347