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Madurez Espiritual

El Apóstol Pablo menciona la madurez espiritual cuando comparte la sabiduría con la iglesia de Corinto. Especificó que solo estaba hablando con los maduros (1 Corintios 2:6). La palabra maduro en Griego es ‘teleios’ (G5046) y significa ‘la completad, de edad plena, hombre y perfecto’. El Señor, cuando habla a Sus discípulos, les dice que serán perfectos, así como el Padre que está en los cielos es perfecto (Mateo 5:48) La palabra perfecto es la misma que la palabra maduro, teleios, en Griego, siendo así sinónimo de significado.

La madurez espiritual se logra al llegar a ser como Jesucristo. Jesús fue hombre y Dios en uno, por lo tanto, para que seamos como Él debemos tener a Cristo dentro de nosotros. Cristo no es simplemente el apellido de Jesús; Es un cargo o título que Èl lleva. Cristo se traduce como ungido o mesías.

Cristo se traduce como ungido o mesías.

Las Escrituras nos muestran que uno puede ser ungido por el Espíritu Santo (1 Juan 2:27). El Espíritu Santo es el maestro y el consolador (Juan 14:26). Él es enviado para enseñarnos y guiarnos al Hijo y al Hijo para revelar al Padre (Lucas 10:21-22). Según el Apóstol Pablo, este es un proceso continuo que nunca terminará en esta vida. El Apóstol Pablo escribe,

“No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.” (Filipenses 3:12-14).

Al igual que Pablo, debemos presionar continuamente hacia un conocimiento más profundo de Dios, en Cristo. 1 Corintios 2:10 nos dice que Dios nos revela un conocimiento más profundo a través de Su Espíritu, que busca las cosas profundas de Dios.

Empero Dios nos lo reveló á nosotros por el Espíritu: porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios.
– 1 Corintios 2:10

La madurez espiritual desafía un cambio en la mente y las prioridades cotidianas, el cambio de complacer a uno mismo a complacer a Dios. Debemos aprender a obedecer y ser transformados por la renovación de nuestra mente. Esto se logra travez del entendimiento de las cosas profundas de Dios con la ayuda del Espíritu Santo (Romanos 12:2). El Padre en el cielo es inmutable; Él es el mismo ayer, hoy y por los siglos (Hebreos 13:8). Él permanece constante, y debemos encarnar este mismo tipo de consistencia para cambiar a quién Él nos está llamando a ser.

El Apóstol Pablo escribe que debemos tener el mismo sentir que hubo también en Cristo Jesús, ” el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse,” (Filipenses 2:5-6). Debemos avanzar hacia el camino de la perfección y la piedad al perseverar en la Palabra para acercarnos a Dios y llegar a ser más como Él.

Debemos avanzar hacia el camino de la perfección y la piedad al perseverar en la Palabra para acercarnos a Dios y llegar a ser más como Él.

Ya no debemos estar ocupados con los rudimentos de las cosas de este mundo (Hebreos 6:1). Debemos estar madurando y creciendo de bebés en entendimiento a aquellos que son maduros. Pablo escribe: “Hermanos, no seáis niños en el modo de pensar, sino sed niños en la malicia, pero maduros en el modo de pensar”. (1 Corintios 14:20).

No nos apoyamos en nuestro propio entendimiento; solo es posible por el habilitación del Espíritu Santo dentro de nosotros (Gálatas 5:16). Estar lleno del Espíritu significa que caminamos bajo la guía del Espíritu, llevándonos a toda la verdad (Juan 16:13). A medida que nos sometemos cada vez más al Espíritu, nosotros también veremos un aumento en los 12 frutos del Espíritu en nuestras vidas (Gálatas 5:22; Hebreos 13:15; Efesios 5:9). Esta es la característica de la madurez espiritual, la plenitud de la naturaleza del Padre, también conocida como las virtudes de Dios. Para concluir, presentaré lo que el Apóstol Pedro escribe sobre la fecundidad,

“Vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.” (2 Pedro 1:5-8). 

Referencias:
1.    Diccionario Bíblico de Strong
2.    Todas las referencias de las Escrituras: Reina-Valera 1960.




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