Ser un Hacedor

¿Qué le viene a la mente cuando piensa en ser un hacedor?

En nuestro día a día son muchas las tareas que hacemos. La mayoría de nosotros nos levantamos para trabajar, cocinamos, pasamos tiempo con la familia, manejamos, asistimos a clases, hacemos mandados, hacemos llamadas telefónicas, ponemos gasolina en el auto, sacamos la basura, pagamos facturas, nos reunimos con amigos, practicamos un deporte, etc. En cada una de nuestras vidas hay mucho que hacer para realizar las funciones de ese día. ¡Imagínese si decidiéramos detenernos y ya no hiciéramos lo necesario para vivir la vida ! Esto no nos llevaría muy lejos y no podríamos vivir la vida de esta manera por mucho más tiempo. 

De la misma manera que necesitamos hacer estas ciertas tareas en nuestra vida natural, hay cosas que debemos hacer en nuestra vida espiritual. En nuestra relación con Dios, debemos ser hacedores en el aspecto espiritual de nuestras vidas, para permanecer en Él y madurar en un entendimiento más profundo con Dios. La Escritura dice: “Pero sed hacedores de la palabra, y no solo oidores, engañándoos a vosotros mismos”. (Santiago 1:22)

Como evangelistas, ¿qué significa ser hacedor de la palabra, no solo oyente? Ser un hacedor significa que cumplimos el propósito de Dios para nuestras vidas y las vidas de los demás. Cuando nos convertimos en hacedores, es en esa experiencia que realmente conocemos a Dios. Escuchar solo a Dios no nos permitirá experimentarlo y dar esa experiencia a otros. Hacedor, proviene de la palabra griega poietes, que significa “el que obedece o cumple la ley”. [1] Aquí vemos que Dios nos dice que cumplamos la ley, de la misma manera que Jesús cumplió la ley. (Mateo 5:17) Cumplir significa predicar plenamente y hacer la ley de acuerdo con su pleno significado y propósito. [2]

Cuando somos hacedores, la ley nos permite llegar a otros. Dios le mostró a David esto cuando dijo: “La ley del SEÑOR es perfecta que convierte el alma; El testimonio del SEÑOR es seguro que hace sabio al simple” (Salmos 19:7).

Cuando hemos cambiado y convertido, traemos ese cambio dondequiera que vayamos. Cuando tenemos la ley de Dios y somos hacedores, Él no permite alcanzar a otros y convertir almas. Esta no es la “ley de la muerte”, pero David se refiere al carácter y la naturaleza de Dios, la “ley del Espíritu”. (Romanos 8:2) Esto significa que cuando somos convertidos y cambiados por el Espíritu de Dios, llevar el fruto de Su naturaleza nos da la habilidad de cambiar y transformar a otros. Santiago continúa llamando a esto la ley real:

“Si en verdad cumplís la  ley real de acuerdo con la Escritura, ‘AMARÁS A TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO’, bien hacéis, pero si hacéis acepción de personas, cometéis pecado y quedáis convictos por la Ley como transgresores, porque cualquiera que guarda toda la Ley, pero ofenda en un punto, se hace culpable de todos, pues el que dijo: “NO COMETERÁS ADULTERIO”, también ha dicho: “NO MATARÁS”. Ahora bien, si no cometes adulterio, pero matas, te has hecho transgresor de la Ley” – (Santiago 2: 8-11).

Santiago lo llama ley real cuando la ley se cumple verdaderamente, no en parcialidad. Estos no son solos los 10 mandamientos, sino toda la ley, los 613 mandamientos. El entendimiento literal e histórico de la ley no es el cumplimiento, pero es el entendimiento más profundo de la ley lo que trae cambio y cumplimiento. Como hacedores de la Palabra de Dios, no sólo oyentes, caminamos en la libertad de Su Espíritu, nos convertimos en evangelistas y un ejemplo para los demás.

“El condenó el pecado en la carne, para que se cumpliera el justo requisito de la ley en nosotros, que no andamos según la carne, sino según el Espíritu” (Romanos 8:3-4).

Bendiciones,
The Harvesters (Los Cosechadores)

References:
1. G4163, Definicion de Diccionario de Thayer
2. G4137, Definicion de Diccionario de Strong
3. Toda la escritura es de la bíblical edición Reina-Valera 1995